lunes, julio 02, 2007

"Martín: ¿Homicidio o Secuestro?"

De repente desperté con el anuncio en los medios. La televisión acusaba un homicidio ocurrido en una desolada calle de Linares. Las radios locales, por su parte, confirmaban que había sido un secuestro, maquiavélico y siniestro. Por lo demás, el rapto había sido planeado con antelación en Santiago de Chile.

ESCARBANDO EN EL INICIO:
El cielo estaba lúgubre y sombrío. Las veredas húmedas contextualizaban el caso con matices de miedo incontrolable, angustia e incertidumbre. El vapor resplandeciente que salía desde los alcantarillados hablaba de un acto, más que ilegal, infernal y casi diabólico.

Lo cierto es que Martín había desaparecido. La razón; desconocida para muchos y elocuente para mí, el investigador privado a cargo de este suceso. Deceso para los más precipitados. Yo, una suerte de "Sherlock Holmes", un cuasi detective impertérrito.

HACIENDO TESIS:
Entre cigarrillos y copas de Jack Daniel`s encontré a tientas una respuesta, un porqué de la desaparición del joven. Eran casi las cuatro de la madrugada y llevaba muchos días en este caso, sabía que no debía abandonarlo ni perder la convicción. La motivación sería, para muchos, recuperar al Martín, por lo menos su cuerpo, o lo que quedase de éste; -para mí; "extraviado"-.

Muchas chicas se preocuparon al saber la triste noticia. Más que por ser un casanova, porque había calado profundo en algunos corazones de tiernas damicellas. Sus familiares y amigos coincidían en que era un tipo sin igual, alegre, revolucionario y romántico. Esa sería mi única pista, mi obra maestra, la apología del joven Martín.

LA PREGUNTA:
¿Por qué hacer desaparecer a una persona así?, mi tarea como detective se hacía cada segundo más ardua. Aparentemente no existía razón alguna.

Comencé a buscar más detalles sobre la muerte. Un culpable sería lo mejor que me podría pasar; una asesina, mi regocijo.

Vi algunas fotos, algunas cartas que recibió Martín en su adolescencia. Nada interesante en realidad. Las epístolas hablaban de un tipo soberbio y arrogante, sin mucho interés pero atractivo.

A las seis de la mañana del siguiente día encontré algo que realmente valía la pena, la respuesta a miles de dudas. Entre otras, a la gran interrogante de su desaparición. Encontré en un cuaderno que poseía el joven, conversaciones que mantuvo con una señorita. Estas conversaciones hablaban de una relación infinita y que llenó de amor los últimos meses de Martín. Un cuaderno de un ramo de antropología, un borrador de una carta que el escribió, poesías que nunca se enviaron y su celular completaron mi itinerario investigativo. La responsable, o por lo menos la mayor sospechosa del caso, estaba identificada.

Tras mucho meditar si lo comentaba o no con los medios, decidí no hacer "altoparlantes" de mi hipótesis. No comentarla mucho para que no se corriese la voz.

La joven y Martín vivieron un par de meses con esta cruz a cuestas, una relación no muy frecuente, singular y rara. Claramente, y guiándome por las palabras de ambos, Martín siempre estuvo más enamorado. Más que la joven por lo menos. Si bien él seguía rompiendo corazones, su expresión de amor omitía y menoscaba su antigua postura de casanova, ahora sólo se debía a una persona, la joven -que para resguardar su identidad le llamaremos "X"-.

Me resultaba muy precipitado hablar de homicidio, aunque quizás ella fue la causante de la muerte del romántico Martín. Pero tal vez no. Quizás fue un deceso compartido, una complicidad fúnebre y macabra entre Martín y su amada.

En lo sustantivo y concreto, Martín ya no estaba. Ni su romanticismo, ni sus cartas de amor, ni sus rosas rojas volverían a deleitarnos. El joven que daba todo por su amada está prófugo, de la sociedad y quizás de la vida. Ya no se puede contar fehacientemente con el personaje que ponía a disposición su amor, que vivía y moría a la vez por "X" (la joven y pareja de Martín).

RESOLUCIÓN:
Martín desapareció, ya no está con nosotros. Lo mataron, se mató -ahora existía la posibilidad de un suicidio- o quizás se había dado a la fuga. No quería seguir padeciendo ese "pelotudismo amoroso". Las personas cercanas argumentaban que en los últimos meses había dado más de lo que había recibido. Había perdido.

Yo, Mariano Rivera Figueroa, investigador privado me considero poco certero en este caso. Aún no he podido resolverlo, y a veces cuando pienso creo que nunca lo resolveré. Me sobrepasa y me supera. Curioso, pues es el primer caso que no he resuelto. Y aunque mi carrera y prestigio se ha visto en desmedro, no importa porque la tarea de encontrar a Martín me resulta más significativa.

Desapareció, murió o quizás está escondido. No quiere verse ni que lo vean. Por mi parte y como detective fiel a mis casos, sigo manteniendo la esperanza de encontrarlo algún día, o por lo menos su cadáver. No es posible que se abra la tierra y de la nada desaparezca un “romanticón” del siglo XVIII.

¿ALTER EGO?, ¿PERSONALIDAD PARALELA?...
No me conformo con dejarlo a su suerte. No por testarudo o caprichoso, sino porque me resulta muy familiar la historia. En los periódicos decían que a veces lo veían en las calles, en su casa, tomando Jack Daniel`s y fumando interminables cigarrillos. A veces, con tonos solemnes, se comparaba a Martín con un personaje de abolengo, un detective e investigador secreto.
Como sea, el caso queda abierto, si alguien tiene un paradero del joven por favor avísenme, sigo como un bruto buscándolo...

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