miércoles, agosto 30, 2006

PERSONITAS DE PAPEL

De pronto se vieron sentados tal como ayer. Los dos, frente a frente y cara a cara. No decían palabra alguna, sólo se contemplaban.
Los cabellos de ella se deslizaban por su cuello y bailaban. En tanto, sus ojos comenzaban a soñar.
Hablaban de todo un poco, de la vida, la familia y los hijos. De lo cara que está la bencina y las manzanas también. Pero entre palabrerías ambos sabían que se estaban llenando de ilusiones, cada cual por su lado, pero con ilusiones compartidas.
Sus cabellos seguían danzando al compás de un ligero pero frío viento. Sus mejillas estaban rosadas y él no sabía si darle calor.

Mientras él rezongaba en su interior, pensando que estaba haciendo un gran papelón, ella se angustiaba.
En ella su corazón lloraba, justo cuando le asentía con una sonrisa.

Ambos sabían que este sería el único encuentro de sus vidas. Por largos años no se habían visto y, al parecer, ya no había motivos.

En casa de Angélica la esperaban sus dos hijas y Mario (su esposo) con la cena ya preparada. Era llegar, sentarse, comer y fingir un amor sin par.

Deslealtad ella podía oler.

En casa de Joaquín, lo esperaba su gato y uno que otro cuadro de Botero. Su cama deshecha lo incitaba a dormir.

La vergüenza era más que él y no la podía tolerar.

Una vez en la cama, Mario le pedía amor a Angélica. Ella sin deseos pero con deberes -pensaba- se acordaba de Joaquín, de sus muecas y su sonrisa. De lo sana que fue la tarde y lo bien que lo pasaron, pero del inmenso costo que había cobrado en ella.

Joaquín por otro lado, hacía el continuo y repetitivo saping nocturno, habitual en noches frías como esa.
Él también pensaba en Angélica, y lo mucho que la amaba. Pensaba en sus tiempos mozos de universitarios, cuado eran novios, y que por razones del caprichoso destino se habían alejado.

A Angélica el sentimiento de creer amar a otra persona que no fuese su marido le provocaba daño y una que otra intriga. A Joaquín desgano, sabía que era una utopía sin solución.

Pensó en regalarle una rosa, unos bombones o invitarla otra vez a caminar, pero luego comprendió que era parte del baúl de los estorbos. Ella tenía dos hijas, un marido -inocuo pero marido al fin y al cabo- y una vida... él, tenía recuerdos y fantasías, un gato y cuadros de Botero...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanto mucho lo que escribiste ademas me llego mucho porque a mi me ha pasado...eso eres muy bueno ... xauz...

Doñañoña Negra dijo...

te he dicho alguna vez que me gusta muxo como escribes?
bueno, de no ser así, te lo he dicho ahora.
Si es que ya te lo he dicho, no esta mas repetirlo.
ojala nos veamos pronto caballero. se le kere mil.
vamos por la charla! jojojo